“Cuidar el Suelo es Cuidar la Vida” este es el sugerente y preciso título elegido por la Junta de Misión Salud del Suelo y Alimentos de la Comisión Europea para nombrar su misión destinada a impulsar la salud de los suelos europeos. El objetivo de la misión es “garantizar que el 75 % de los suelos estén sanos para 2030 y puedan proporcionar servicios ecosistémicos esenciales”, como el suministro de alimentos y biomasa, la protección de la biodiversidad, el almacenamiento y la regulación del flujo de agua o la mitigación de la efectos del cambio climático. La meta corresponde a un aumento del 100 % de suelos sanos con respecto a la línea de base actual.

Esta misión por la salud del suelo forma parte de un conjunto de misiones (Mission boards) con la que Europa quiere afrontar grandes retos en materia de salud, clima y medio ambiente.

Estas misiones que no tiene un carácter normativo incluyen un conjunto de acciones, como proyectos de investigación e innovación, medidas de actuación e iniciativas legislativas, para encontrar respuestas a algunos de los mayores retos a los que nos enfrentamos hoy en día y alcanzar objetivos concretos con un gran impacto social dentro de un plazo especificado de aquí a 2030.

Entre estos retos están la lucha contra el cáncer, la adaptación al cambio climático, la protección del océano, los mares y las aguas, la vida en unas ciudades más ecológicas y la necesidad de garantizar un suelo sano y unos alimentos saludables.

Para alcanzar esta ambición se pretende crear una sinergia entre investigación y demostración, de tal manera que las misiones estarán compuestas por “Living labs” que se definen como ecosistemas de espacios basados en el lugar para la co-innovación a través de la investigación participativa, transdisciplinar y sistémica, con el uso de múltiples métodos y herramientas que se originan en una variedad de disciplinas y dominios. Y los “Faros” lugares demostradores para exhibir buenas prácticas.

La Misión por la salud del suelo tiene la ambición de crear unos 100 de estos laboratorios vivientes de aquí al 2030. En este sentido nuestro proyecto es un claro ejemplo ya que la planta de biorreciclaje que propone puede ser ejemplo de «modelo sostenible para el tratamiento de residuos ganaderos» que puede ser replicado en otras regiones europeas.

Para ello los centros tecnológicos que conforman el consorcio del proyecto llevarán a cabo labores de investigación e innovación de manera coordinada y multidisplinar (Living-labs); y cuyos resultados se pondrán a prueba en condiciones ambientales reales en las instalaciones de un de los centros tecnológicos y en la propia explotación ganadera que forma parte del consorcio actuando pues como «faros».

La misión pretender crear una red de estos laboratorios vivientes para compartir experiencias y resultados en la consecución de un fin común. Por ejemplo, nuestro proyecto podría formar red con los grupos operativos europeos EIP-AGRIEJP SOILS que persiguen una actividad agrícola más sustentable.

Como resultado del grupo de trabajo por la salud del suelo, la comisión de la UE ha publicado el informe provisional con el título: “Cuidar el suelo es cuidar la vida” que comienza diciendo lo siguiente:

La vida en la Tierra depende de suelos saludables. El suelo bajo nuestros pies es un sistema vivo, hogar de muchas plantas y animales fascinantes, cuyas interacciones invisibles aseguran nuestro bienestar y el del planeta. Los suelos nos proporcionan alimentos nutritivos y otros productos, así como agua limpia y hábitats florecientes para la biodiversidad. Al mismo tiempo, los suelos pueden ayudar a retrasar la aparición del cambio climático y hacernos más resistentes a los eventos climáticos extremos, como sequías e inundaciones.Los suelos preservan nuestro patrimonio cultural y son una parte clave de los paisajes que todos apreciamos. En pocas palabras, los suelos vivos y saludables nos mantienen vivos a nosotros y al mundo que nos rodea.

Sin embargo, tendemos a dar por sentados estos beneficios y, como resultado, hemos descuidado la salud de nuestros suelos. La creciente demanda de suelo para el desarrollo urbano y las infraestructuras está consumiendo muchos de nuestros suelos más fértiles. Al mismo tiempo, el uso inadecuado o insostenible del suelo y la forma en que tratamos nuestros desechos está afectando la salud del suelo, lo que a su vez, altera la capacidad de los suelos para llevar a cabo los servicios vitales que realizan. El cambio climático está ejerciendo una mayor presión sobre la salud del suelo.

¿Por qué debemos actuar ahora? Los suelos son frágiles y pueden tardar miles de años en formarse, ¡pero pueden destruirse en horas! Esto significa que debemos cuidar los suelos ahora para que puedan regenerarse y protegerse para las generaciones futuras.

La degradación del suelo depende en gran medida de cómo vivimos. Si no se controla, agravará muchos desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea. No es de extrañar que la condición del suelo esté en el corazón del nuevo Pacto Verde para Europa y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, los cuales tienen como objetivo reducir la pérdida de biodiversidad y la contaminación, revertir el cambio climático mientras se lucha por un medio ambiente saludable y un uso sostenible de la tierra.

 

Accede aquí al documento completo de la Misión por los suelos saludables.